Se proponía una edificación en dos cuerpos diferenciados que se observaban constantemente en la intimidad de su patio interior, dando la espalda a las vías de acceso del edificio (arquitectura de fuera a dentro). El primer módulo debía ser más pequeño, delicado y respetuoso, por el hecho de encontrarse con la muralla, tocarla, enfrentarse a ella y potenciar su belleza, es por ello que se pensó en la figura de la mujer, como la definición de todas estas características que se buscaban.
En su contraposición el módulo dos se encontraba unos espacios más amplios, sin necesidad de la delicadeza anterior, estructura más fuerte, robusta y que debería cargar con el peso de todas las instalaciones del conjunto, es por ello que se pensó en la figura del hombre.